viernes, 3 de febrero de 2012

Degustación de Saxos - Saxo alto Martín Handcraft, 1925.

El lugar relativo del instrumento en la búsqueda de nuestro sonido.

Siempre opiné que a la hora de perseguir la belleza de nuestro sonido de saxo, el primer factor es el músico, el segundo la boquilla, y por último el instrumento. No hay que pedirle permiso a una marca o modelo para sentirnos dotados. La creación, obedece causas endógenas. Pensar que, saliendo a comprar un saxo como el que usaba su proser predilecto del saxofón, podrían por extensión comprar su legendario sonido, conduce a estudiantes mal advertidos a la frustración. Era el músico (recapacitan después de haber comprado el saxo). Como docente, trato de evitar esta confusión.

Yo mismo en todos estos años, desde una visión minimalista, supe expresarme en instrumentos correctos pero modestos. Este renunciamiento no indica que no haya sido un fanático del timbre. El timbre, es unos de esos factores preexpresivos capaces de constituirse en universo: sumergido en su investigación, podría perderme para siempre. Sí es cierto, que durante los años en que me dediqué a componer música para teatro me serví mucho de máquinas y mis investigaciones tímbricas se desviaron a la búsqueda de texturas sintéticas. Aun en lo que respecta a mi sonido de saxo, a la hora de sonar amplificado, pesó más llegar al lugar con mi propio rack para conservar desde el escenario el control de la parafernalia de procesadores que mi sonido atravesaría modificándose. Los sutiles cambios de timbre que hubiera observado al reemplazar un saxo por otro, no hubieran sido tan determinantes. (Captación, preamplificación y compresión, ecualización y efectos de ambiente del sonido de saxo merecerán por separado un artículo en este blog.) Paradójicamente, hoy que estoy dedicado exclusivamente a enseñar (llevo una década sin tocar en público; toco con mis alumnos sin amplificar, a puertas cerradas y en mi casa) es cuando encuentro disfrutable cambiar modelos, marcas y generaciones de saxos en función de sus distintos timbres. Estoy con ganas de experimentar saxos antiguos antes de empezar una colección personal, bichito que no me había picado en los últimos 20 años de profesión. Durante estos años probé en forma ocasional todo tipo de saxos dados los diversos instrumentos que traen a clase mis alumnos y que, en mi minimalismo, suelen ser más lujosos que el mío. También degusté saxos acompañando a mis discípulos a comprar el suyo y creo que este voyerismo obligado, fue quien disparo la necesidad que hasta el momento no me habitaba de salir a experimentar todos los saxos habidos y por haber teniéndolos un período, un poco más generoso de tiempo conmigo. Si sigo con esta pulsión, prosperará en este blog, un apartado exclusivo para documentar su degustación.

Chimeneas soldadas de borde biselado y otras particularidades de los saxos Martín.
El saxo que me acompañó estos días es un saxo construido en 1925. Un Martín. Lo compré con ganas de probar un Martín de su generación y lo estoy vendiendo para seguir cambiando saxos y seguir experimentando. Los saxos Martín de la década del 20 ya contienen muchas de las propiedades que 15 ó 20 años después convertirían la firma en emblema del saxo americano. Un tubo robusto que no escatima costos en la calidad de los metales que componen la aleación y emite un tono cálido, poderoso, más oscuro que el promedio de los saxos. Un sonido que asociamos a la más antigua tradición del blues. Saxos hechos a mano y de construcción delicada, cuidadosa de todos los rincones y ensamblajes del instrumento. Y el detalle de marca de Martín, sus famosas chimeneas soldadas con borde biselado (beveled holds.)

Usualmente las chimeneas están hechas con el mismo metal del tubo principal del instrumento que se tuerce o desvía hacia afuera en un proceso de estampado, construyendo la chimenea. Esto volvía azaroso el diámetro de los agujeros de los saxos antiguos, forjados con matricería y estampado menos precisos que nuestras modernas técnicas industriales. Cuando tomamos partido por el sonido vintage, cambiamos entonces timbre por afinación. Estos saxos viejos tienen un sonido más interesante que los que nos venden hoy, aunque son un poco desafinados. Nosotros somos músicos. Si su sonido nos enamora, con oído, con pericia personal, corregimos las desafinaciones de nuestro instrumento por amor. Las chimeneas soldadas permiten un verdadero control del diámetro de los agujeros. (Se elige el tubo que tenga el diámetro requerido para cada agujero, se lo suelda a mano al tubo principal del instrumento y ya.) Esta particularidad constructiva convierte a los saxos Martín en los saxos de mejor afinación entre los saxos vintage americanos. Si bien siempre que toquemos el saxo iremos corrigiendo la afinación sobre la marcha (esto es inherente al hecho mismo de tocar el saxo) los saxos Martin nos ofrecen la belleza de su sonido vintage, al tiempo que reducen aquella incomodidad de lidiar con un saxo desafinado que experimentamos en otros de estos hermosos saxos antiguos. El biselado de las chimeneas vuelve más eficiente el funcionamiento de las zapatillas.
Identificando el modelo: un Martín Handcraft.
El Martín Handcraft fue concebido en su tiempo como un saxo para uso profesional. No todos los Martin de su generación traen el modelo inscripto en el grabado de la campana pero sabemos por su fecha y diseño que es un Handcraft.

Tiene las llaves de si y si bemol graves en los lados opuestos de la campana (una a la izquierda y otra a la derecha) y sólo los modelos Handcraft, Type-writer y Troubadour salieron de fábrica con este detalle. No es un Troubadour por que tiene tres llaves de palma sobreagudas (el troubadour trae dos). Y no es un Type-writer por que tiene llaves de palma de diseño normal (el Type-writer tiene llaves de palma redondas y recubiertas de nacar, emulando las teclas de una antigua máquina de escribir). Ergo: es un Handcraft. Si tenés un antiguo saxo Martin y no sabés de qué modelo se trata, podés servirte de una interesante guía para identificarlo consultando este link:
http://www.themartinstory.net/version7/whatyou-what-model.php

El grabado de la campara dice “The Martin” lo cual es auspicioso (hay quienes opinan que se trata de una edición especial de Handcraft, no es un Martin cualquiera, es “El Martin”) aunque no debe confundirse estos Martin Handcraft gravados como “The Martin” con el célebre “The Martin” 15 ó 20 años posterior. Este último constituye la culminación de los desarrollos de la firma y suele cotizar, en estado análogo de conservación, tres veces el precio de este bellísimo Handcraft.

Al tocarlo suena mejor.

Este saxo llegó a mis manos desde el altillo donde estuvo olvidado más de medio siglo. En el interior del estuche, en un cuadernillo pentagramado, encontré las palabras de intercambio entre un docente y los padres de su estudiante fechadas en 1937. Pero lo más emocionante fue atestiguar los cambios de su timbre conforme lo fui soplando. Los instrumentos musicales necesitan vibrar para adquirir capacidad de vibrar. Leemos que cuando se encuentra instrumentos de madera originales del siglo XVII ó XVIII, violines, flautas, oboes, se atraviesa el riesgo de que se agriete la madera en las primeras exposiciones a la vibración. Se encarga a importantes instrumentistas la tarea de ir tocándolos de a poco. La primer semana, cinco minutos cada día. Progresivamente más, hasta que el instrumento queda en plenas condiciones de volver a sonar. Uno de mis alumnos de saxo, físico de profesión, justificó estos caprichos de los instrumentos desde un complejo que él llamó “excitación a la vibración“, y que sería un proceso del orden molecular de los materiales. Personalmente, nunca había atravesado por la experiencia de hacer restaurar un instrumento tantas décadas inactivo trayéndolo otra vez a la vida y desconfiaba de que tales sutilezas fueran extensibles a un material más prosaico, como el metal. Ciertamente, el tubo de un saxo no se agrieta al reexponerlo a la vibración, ni estallará en un millón de pedazos como una flauta de cristal del siglo XVIII que no resiste volver a vibrar. Pero conforme lo vamos tocando, el instrumento suena gradualmente mejor y con el correr de las semanas irá encontrando su timbre, su verdadera voz. En este cañito, tal mutación no fue mínima, sino por el contrario, notable.
La degustación misma del saxo.
La fecha de fabricación (1925) se desprende del número de serie del saxo: 45 118. Aun en estos saxos hechos a mano la fabricación nunca es del todo homogénea y cada unidad está dotada de un timbre único. Esta pieza es un saxo muy sensible a nuestro soplido. También es destacable su gran afectación a los cambios de boquilla lo que lo convierte en un saxo muy apto para investigaciones tímbricas o búsqueda de sonidos especiales. Su voz ofrece una ecualización compleja, difícil de encasillar. Sin saltos o fracturas entrega graves oscuros y elegantes, algo menos abiertos que los de su sucesor “The Martin“ pero no obstante espaciosos y si lo exigimos, imponentes. En su registro intermedio y manteniéndonos en un mezzo piano o mezzo forte (tocando a un volumen o intensidad intermedia) devuelve un timbre sedoso y delicado que en un contexto de música clásica bien podría tomar la linea de un oboe (cayendo en la tentación de compararlo, como el tono de un Buescher Aristocrat pero ligeramente afagotado). Pero si presionamos bien el diafragma cuando subimos de registro, se dispara sorpresivamente favoreciendo esa emoción de las frases cuando aseveramos hacia el agudo como si nos poseyera algún demonio de Janice Joplin. (O es más probable que Janice, haya sabido atrapar para su canto, algunos duendes del fraseo de estos antiguos saxos de blues.) Es fácil de sonar, espontáneo en todo su registro incluyendo los extremos grave y sobreagudo. La disposición del teclado de estos saxos vintage nunca es tan cómoda como la de un saxo contemporáneo. Consustanciado con mi saxo anterior que es un saxo de diseño moderno, las primeras semanas me sentí un poco incómodo con ciertas digitaciones. Pero al mes o mes y medio de tocarlo pude acostumbrarme y empecé a encontrar cada llave en su lugar.

Características y estado de conservación de la pieza.

El tratamiento de la superficie del saxo es el que en su generación solía reservarse para los saxos más lujosos y consta de la combinación de tres texturas: por fuera, un baño de plata semi mate a excepción del interior de los grabados artesanales, que están terminados con un baño de plata brillante que resalta sus dibujos del resto del saxo. Y el interior de la campana, está bañada en oro. El plateado semi mate consta de dos capas, un primer plateado muy resistente y sobre esta terminación, un segundo baño suave o arenado que le habrá dado en su juventud una superficie ligeramente granulosa. El dorado de la campana conserva un brillo sorprendente, un poco desparejo en los bordes. El primer baño de plata que es el mas resistente se encuentra intacto y quedan algunos restos del segundo baño. Estos restos incompletos del segundo baño de plata le confieren una imagen de pieza antigua y no fueron removidos priorizando la historia y condición original del saxo (y atendiendo que si el comprador quisiera darle una terminación plateada homogénea y luminosa, son removibles con gamuza y producto de pulir plata otorgándole al saxo mayor imagen a nuevo.) El cuerpo del saxo está 100 % intacto. No tiene un solo golpe abolladura o trabajo de desabollado, torretas hundidas, torcidas ni piezas resoldadas, condición difícil de hallar en un saxo tan antiguo.

Su restauración.

Fue restaurado con la mejor luthería disponible en la Argentina. Se le cambiaron todos los resortes. Se ajustó su mecanismo suprimiendo los juegos de la llaves. Se zapatilló con zapatillas Prestini y resonadores metálicos para darle una pizquita más de brillo a su timbre. Con los debidos cuidados, esta restauración podría durar 10 o 15 años sin requerir mantenimiento.

El saxo viene con la lira original (pequeño atril adosable para marchar tocando) que le da un toque teatral y lo vuelve un poquito más interesante como pieza de colección, con su estuche original todavía en condiciones de ser usado y con una boquilla antigua de procedencia desconocida.



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5 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bien articulo, me gusto mucho. Y que envidida me das, el Martin del que hablas tiene debe ser un saxo fantastico

Anitaloo dijo...

Buenisimo! me sirvió mucho. Estaba buscando caracteristicas para decidirme por un modelo y llegué acá jaja... :) Hermoso post.
saludos!

Anónimo dijo...

He tenido la suerte de adquirir uno, este un poco mas antiguo de 1923. Es un instrumento que me sorprendio tanto por su sonido como por lo bien que ha ido evolucionando desde que lo devolvi a la vida yo personalmente. Auna un timbre unico, a una capacidad camaleonica hablando desde el punto de vista de su timbre. Ha sido capaz de desplazar a mi moderno yamaha y lo uso cada vez que tengo ocasión al fin y al cabo una joya es una joya. Excelente articulo, comparto lo dicho contigo al 100%

Unknown dijo...

Hola soy de mexico y tengo uno exactamente como usted lo describe con un sonido impactante y firme saludos..

carlos dijo...

Aqui en España también tengo uno igual, un 62XXX, con el baño intacto original y reparado por mí. Es impresionante el abanico de registros. Deberían de saber apreciar por aquí un poco más este material. Magnifico artículo.